Texto encontrado en un libro-programa del año 1961 con motivo de las fiestas en Honor al Stmo. Cristo del Caloco.
Emprendí meses atrás una animosa tarea de búsqueda en los archivos: de la Esclavitud del Santísimo Cristo del Caloco porque presumía, no sin fundamento, que habría de encontrar abundancia de motivos que bien merecen ser desempolvados para que llegue a conocimiento de todos, no ya el sabor añejo de hechos y anécdotas que siempre despiertan curiosidades mezcladas con sentidos afectos, sino, ante todo, para dar constancia de que nuestro Santísimo Cristo del Caloco viene siendo, desde siglos, la Sacra imagen que con tanta prodigalidad derrama su Providencia sobre nuestra Villa de El Espinar, que ayer como hoy, le pide "amparo y protección" con el fervor de unas lágrimas ¡por las que asoma el corazón noble de las gentes espinariegas y de tantos como se han acogido y acogen cada día al amor de la Veneranda Imagen.
Nos encontramos en el año 1812. La guerra de la Independencia se enseñorea de los campos de España y en El Espinar no hay afrancesados, como podréis comprender leyendo el documento que transcribo:
"Señor provisor y gobernador de este Obispado de Segovia. -El cura, la justicia y el pueblo de El Espinar; con la veneración y respeto debido, exponen a V. E.: Que siendo próxima la ruina y destrucción de la Villa, por las rigurosas providencias que la amenazan, si no se verifica el apronto de varias cantidades que está debiendo, las que, en el término de ocho días que se han prefijado para el pago, son imposibles de satisfacer, y teniendo como último recurso para su rescate acudir al piadoso corazón de V. S. con el objeto de que dé la competente facultad para poder valerse en una ocasión tan calamitosa de algunas alhajas existentes en su Iglesia y no necesarias, antes sí, expuestas a las contingencias de la presente estación, bajo el supuesto de reintegrar a dicha Iglesia de su valor total en tierras, en otra ocasión en que la Villa venga a mejor fortuna, no pueden menos de molestar la atención de V. S. viéndose cercados de tantas aflicciones y tan llenos de miserias, que muchos de los exponentes se hallan próximos a ser víctimas de "la hambre", como lo han sido ya algunos, y en esta atención: Suplican a V. S. se digne, por un afecto de su benignidad, conceder la facultad de poder usar libremente de estas alhajas, para los fines expuestos, en la que está cifrada su existencia, pues de lo contrario, sufrirán un apremio militar que les amenaza y cuyas consecuencias serían su fin desgraciado. Esperan esta gracia con la mayor confianza de la bondad de V. S.—Segovia, 13 de abril de 1812.- B. L. M. de V. s. con todo respeto: Manuel de la Faya. --Juan Clímaco Rodríguez. -Isidro Becerril." Al margen se lee: "Por lo que a nos toca, concedemos a los exponentes la licencia que solicitan, para los fines que refieren y con las condiciones que expresan. -Así lo mandó y firmó el señor gobernador y provisor de este obispado de que yo el infrascrito certifico: doctor González. Por su mandato: Ángel Hinojosa Domingo."
El documento está extendido en papel timbrado de cuarenta maravedís con un sello en el que se puede leer: "José Napoleón, por la Gracia de Dios Rey de España y de las Indias."
El mismo día en que, hace años, tuve la dicha de visitar por vez primera la ermita del Santísimo Cristo del Caloco, alguien me señaló uno de los añosos árboles de su atrio para decirme: "Ahí ahorcaban a los franceses y después los echaban al pozo de la Casa de Postas", que derruida se ve frente a la ermita.
Es innegable que las "rigurosas providencias" que amenazaban a la Villa, cuya "ruina y destrucción" tan próxima veían los prohombres de El Espinar según reza el escrito anterior, debieron tener un serio motivo.
¿Por qué no enlazar estas "aflicciones de la Villa", entonces, con el patriótico gesto de los "guerrilleros" espinariegos, dando buena cuenta de algún destacamento francés, precisamente ante la próxima mirada del Santísimo Cristo del Caloco? ¿Y quién sabe si aquellos valientes, con su hazaña, evitaron la rapiña y destrucción de nuestro Santísimo Cristo y de la ermita, que acaso intentaran los invasores?
Pero sigamos leyendo, por qué una vez terminada la gesta hispana de la Independencia, queda aún cálido recuerdo del hecho que se refiere, como lo prueba el escrito que sigue:
"La Justicia, Regimiento, Diputados del común, Procurador Síndico General y Capitulares del Ayuntamiento de esta Villa de El Espinar, en quienes está resumida la voz y voto de ella, CERTIFICAMOS: Que nos consta los graves apuros y urgencias en que esta Villa se halló por su situación durante la guerra pasada, con especialidad el año de 1812, en que para sufragarlas y evitar de los insultos y apremios con que la tenía consternada la ferocidad y el despotismo de los enemigos, recurrió a todos los recursos que pudo imaginar, entre sus vecinos y aun forasteros que concurrieron a su alivio, entre ellos fue, el de solicitar licencia y permiso del Tribunal Eclesiástico de Segovia ¡para vender una porción de alhajas de plata pertenecientes a la Iglesia y Santuario del Santísimo Cristo del Caloco, contando para ello con la anuencia del párroco, el Ayuntamiento y los representantes de la Esclavitud del Cristo..."
En otro escrito aparece la relación detallada de las alhajas del Santísimo Cristo que la Esclavitud puso en manos del Ayuntamiento para contribuir a la salvación de la Villa.
"Pesaron las alhajas que llevamos del Cristo cuatrocientas noventa y seis onzas, que componen libras: treinta y una, y se vendieron cada onza a quince reales vellón, que importan: siete mil cuarenta y cuatro reales."
Enorme suma entonces, 7.044 reales. Era todo lo que tenía de valor material el Santísimo Cristo y la Esclavitud lo entregó para salvar al pueblo.
La memoria de estos hombres nos mueve a gratitud por lo que hicieron,
¡pero mucho más porque supieron conservar para nosotros el más preciado tesoro que posee 'El Espinar: el Santísimo Cristo del Caloco.
ANTONIO LLORENTE
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